Se cumplen cien años de la primera edición de la obra de José Eustacio Rivera convertida en un clásico de la literatura latinoamericana.
Indalecio Castellanos
Se dice que cuando José Eustacio Rivera le
contaba a un amigo el espíritu de la novela en la que denuncia la vida cruel e
insensata de los caucheros y el efecto aniquilador de la selva, sin dudarlo
este exclamo: “Eso es una vorágine”, y esa podría ser una de las teorías
sobre el origen del título una de las obras más importantes de la literatura
colombiana.
Según el relato entregado al programa Al
fin de Semana por el escritor e investigador Félix Ramiro
Lozada Flórez, director ejecutivo de la Fundación Tierra
de Promisión, después de escuchada la expresión Rivera
decide tachar el nombre que tenia entonces su novela y le pone "La
Vorágine"
Cuenta que la versión más cercana es que Rivera
aceptó la insinuación del título de su novela mientras conversaba con un amigo
en la ciudad de Sogamoso y esta fue avalada por su gran amigo el poeta
Miguel Rasch Isla, pese que el título al parecer no le convencía
mucho.
“Lo cierto es que hay un tachón en
el manuscrito de su novela que empezó a escribir el 22 de abril de 1922 en
Sogamoso, Boyacá y que terminó el 21 de abril de 1924”, relata Lozada.
La vorágine en
la Biblia es con una explicación de diccionario “la fusión
entre el caos reinante y el infierno que implica la imposibilidad de atravesar
el umbral que separa la luz de las tinieblas” y eso es posiblemente lo que pasa
en esta novela de la selva protagonizada por Arturo Cova y Alicia.
Otra definición de la RAE señala que vorágine es un
“remolino impetuoso que hacen algunos parajes las aguas del mar, de los ríos o
los lagos” y el profesor Lozada encuentra sentido en esa acepción para que José
Eustasio Rivera la escogiera como el título.
“Hay un pasaje en el libro en el que un remolino se
traga a unos indígenas y solamente quedan los sombreros flotando”, como en la
definición de vorágine, y es cuando el protagonista de la historia exclama que
esta es “una nueva forma de morir”, contó el lingüista en Al Fin de Semana.
Tras advertir que La Vorágine se ha
convertido en una analogía para todas las cosas difíciles de la vida, el
profesor Lozada cuenta que esta novela escrita hace 100 años contiene la
visión de vida, el pensamiento político y la visión de José Eustacio Rivera.
“Cova es el protagonista, pero el que habla es el
propio Rivera, quien personaliza en su narrativa todas las problemáticas que
tuvo desde niño, entendiendo que fue expulsado de varios colegios, marginado
por sus convicciones políticas, mirado con desconfianza por sus posturas
críticas y en general víctima de la sociedad gamonal conservadora”, señala
Lozada, quien promueva desde 1988 una bienal de novela que tiene el nombre del
escritor huilense.
El político y humanista envía en su obra crudos
mensajes a los gobernantes colombianos y a la humanidad “sobre los
crímenes y fechorías cometidos contra los indígenas y los colonos por la
explotación cauchera en el Caquetá, Casanare y Putumayo”, reitera este
experto en temas del escritor colombiano.
“Hay prosa y poesía para dar un lugar especial al
amor de Cova y Alicia, pero también espacio para cuestionar la inacción de los
gobiernos de Miguel Abadía Méndez y Pedro Nel Ospina, defender
la vida y proteger el medio ambiente y denunciar la voracidad con la que el
hombre destruye la naturaleza a través de la explotación del caucho”, explica.
La Vorágine hace
un recorrido por los lugares en los que cometió sus atrocidades Julio
César Arana a través de la Casa Arana, los atropellos de
coronel Funes y las matanzas de sicarios como López y González.
Hay un recorrido minucioso por esa selva
inadvertida y olvidada de sur de Colombia, gracias a la experiencia que tuvo
José Eustacio Rivera en el año 1922 cuando conoció el llano y la región
cauchera del Orinoco, mientras hacía parte de las comisiones que demarcaron la
frontera entre Colombia y Venezuela.
Ahora que se cumplen los cien años de la primera
edición de La Vorágine y que se harán ediciones especiales
para ser entregadas a distintas bibliotecas e instituciones de Colombia y el
mundo, es un buen momento para releer o acercarse a este texto portentoso en el
que Rivera “enjuicia una crisis sociopolítica, el descuido de los gobernantes de
turno y los atropellos a los explotados”, señala el licenciado Félix Ramiro
Lozada Flórez, quien de paso anuncia que publicará un libro con una visión
crítica sobre la novela para sumarse a los actos de conmemoración.