El difícil equilibrio de ser bueno Por: Guillermo Linero Montes

jueves, junio 12, 2025

 


Guillermo Linero Montes*

El difícil equilibrio de ser bueno, es un verso del poeta colombiano José Vicente Casadiego León. Desde que lo leí, hace ya veinte años o más, se me quedó en la memoria, es una frase en apariencia contradictoria. No es lógico pensar que siendo buenos nos cueste trabajo serlo.

El desarrollo de la infancia a la adultez consiste básicamente en eso: en depurar los anti valores provenientes del impulso animal. A los niños hay que enseñarles a compartir, porque el egoísmo ya lo traen. El egoísmo es una respuesta reflejo de la sobrevivencia. Se debe aprender además el respeto a las cosas ajenas y a nuestros semejantes. Esa es la base ética y moral de la especie humana.

Lamentablemente, a muchas personas les cuesta trabajo esa comprensión y, qué paradoja, estos se encuentran precisamente entre quienes mueven la sociedad: el que más tiene menos comparte y, entre ellos hay quienes “tienen” porque no han respetado las cosas ajenas, ni tampoco a sus semejantes. Aprendemos a creer en la llamada “buena fe” y, aun así, nadie se fía de nadie. Eso es común en todas las culturas del mundo, no es una anomalía de la colombianidad, sino de la especie humana.

La mentalidad fascista -que pareciera renacer entre algunos colombianos- igual toma fuerza entre los europeos. El desequilibrio de los valores, históricamente ha connotado la existencia de una “cultura de la vida” y de una “cultura de la muerte” y debemos movernos en medio de esas aguas.

En Colombia, por ejemplo, se habla de una cultura diversa (la cultura de la vida) de plurales maneras y costumbres que aseguran nuestra cohesión social: la gastronomía, la música y el típico lenguaje de las regiones.

Y con igual naturalidad se habla de una “cultura traqueta” (la cultura de la muerte) para referirnos a la música y al lenguaje de una franja social -que no de una región- inmersa en el narcotráfico y el paramilitarismo.

Colombia se ufana de ser un país rico en “cultura de la vida”, pero nos hemos dejado ensombrecer por la “cultura de la muerte” fundada en la tradición política del odio y la venganza. Despropósitos que para llevarse a cabo deben surtirse de mucho dinero y armas. De ahí la envolvente corrupción política y la comunión de sus actores con bandidos y narcotraficantes.

Hay políticos que le apuestan a la “cultura de la vida” y sus proyectos buscan el desarrollo colectivo, izando banderas que promueven la solidaridad, el respeto a las ideas de los otros, el cuidado del planeta y, una y otra vez, la esquiva equidad.

Los psicólogos mucho han hecho para estudiar a los seres humanos y la conclusión generalizada es que somos de espíritu cambiante. De ahí la importancia del equilibrio de ser bueno, porque contra esa natural inestabilidad debemos desarrollar una mínima conciencia, que nos estabilice y cohíba los impulsos animales.

*Original para Semanario Voz

https://semanariovoz.com/el-dificil-equilibrio-de-ser-bueno/

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