Lo que nos espera si gana el Sí

viernes, septiembre 30, 2016
Por:  Samuel Rosales Ucrós*
“Soy uribista hasta los tuétanos. Me gusta Uribe, porque fue el presidente que logró poner en su sitio a todos esos bandidos de las Farc. Simpatizo con él porque tiene carácter y grandeza: no por nada lo eligieron el Gran Colombiano en un reality de TV. Y como yo, hay millones de personas que piensan igual. Es, sin duda, el expresidente más popular de la historia de este país: arrastra gente, tiene credibilidad, es dueño de un carisma incomparable. Por eso estoy muy preocupado porque, según él, los acuerdos de paz ponen en riesgo la democracia: para empezar, si se aprueba el plebiscito éstos entrarán a formar parte del bloque de constitucionalidad. Y hay una cosa aún más alarmante: le abren las puertas a que las Farc, esa guerrilla impopular y asesina, accedan al poder.”
“Pero un momento, un momento: soy uribista, sí, pero también se supone que soy un Homo sapiens, es decir un hombre que piensa y razona. En consecuencia, voy a hacerme una pregunta: si en ninguna parte de los acuerdos se cambia el sistema electoral del país ¿cómo es que el expresidente más popular de la historia de Colombia, el carismático imbatible, el que goza de mayor credibilidad, no sólo no maneja el país, sino que con todos esos recursos ha sido derrotado en las últimas tres elecciones, y en cambio sí podrían acceder al poder total las Farc, un grupo guerrillero que, como yo mismo anoté, es impopular a morir y nadie le cree nada?”.

Bueno, infortunadamente el mundo no funciona así como en los dos párrafos de arriba. Mucho menos Colombia. Y esa es la razón por la que en cerebros de 1.200 centímetros cúbicos de volumen bailen al mismo compás esas flagrantes contradicciones y ese tipo de disparates. Es lo que el psicólogo León Festinger llamó “disonancia cognitiva”, y consiste en tratar de reducir la tensión mental entre dos cogniciones (ideas, conocimientos, creencias, opiniones, apetencias) que se contradicen entre sí, eliminando o reduciendo la contradicción. Para el caso: un uribista adora a Uribe, pero no está dispuesto a reconocer que ese ser a quien idolatra, y en quien ha depositado tantas confianza y esperanzas, lo haya engañado. Entonces renuncia a usar el pensamiento lógico, y se limita a repetir sandeces.

Eso explica por qué tanta gente cree que si gana el Sí no solo nos gobernarán las Farc, sino que además Colombia se transformará en otra Venezuela y al cabo de unos meses o años no tendremos papel higiénico. Quienes así piensan, han renunciado a considerar el hecho de que para cada efecto debe necesariamente existir una causa. Si las Farc aceediesen al poder ejecutivo, por ejemplo, es porque alguno de sus miembros fue elegido presidente popularmente, puesto que así funciona nuestro sistema electoral, y los acuerdos no cambian esa situación. Pero la probabilidad de que eso ocurra es mínima, porque los niveles de popularidad de las Farc son ínfimos. Eso no sólo lo sabe un uribista, sino que es uno de sus alegatos habituales en contra del proceso. Sin embargo, el miedo o la vergüenza de saberse engañado hacen que esa causa -que un candidato impopular tenga que ser elegido popularmente- desaparezca, y sólo quede el efecto -que llegará a ser presidente-.

Sí, ya sé: las Farc tienen dinero en cantidades industriales, lo cual es suficiente para comprar unas elecciones. Ese argumento, no obstante, no tiene en cuenta el hecho de que, en ese orden de ideas, antes de los acuerdos las Farc no sólo tenían el mismo -o quizás más- dinero suficiente para montar en la presidencia a una de sus fichas civiles, sino que también tenían la ventaja adicional de las armas, que ya no tendrán en las próximas elecciones presidenciales. De nuevo la disonancia cognitiva no le permite a uno de esos fanáticos a ultranza del No hacer un análisis objetivo de la cuestión.

Entonces, nada indica que de ganar el Sí se vislumbre en el futuro cercano un gobierno socialista (o por lo menos nada distinto de lo que ocurriría de ganar el No). Nada indica tampoco que nos convertiremos en la próxima Venezuela, ni que empezarán a escasear los productos de primera necesidad.

Así que, amigo uribista, compatriota simpatizante del No, relájese: aparte de que todos los seres humanos somos víctimas de la disonancia cognitiva (y por lo tanto usted no tiene nada de qué avergonzarse), el único cambio significativo que traerá la refrendación de los acuerdos, lo que en realidad nos espera si gana el Sí, es el hecho nada despreciable de que la guerra más perdurable de América, librada entre el Estado colombiano y la guerrilla más numerosa y antigua del continente, habrá por fin terminado.

Piénselo, razónelo. Usted es un Homo sapiens. Acéptese ese reto.

*Samuel Rosales Ucrós septiembre 29, 2016 especial para www.eldiabloviejo.com
http://www.eldiabloviejo.com/site/pame/lo-que-nos-espera-si-gana-el-si/

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